Fechado en el siglo X, este eremitorio ha sido considerado por los expertos como un ejemplo antológico del arte altomedieval. Entre sus restos destaca el altar, en el que aparece tallado un arco de herradura de  marcada tipología mozárabe, que ocupa casi toda la anchura de la pared, dentro de la cual hay esculpida una gran cruz griega. Se sitúa  en un pequeño rellano, junto a un arroyo que vierte sus aguas al río Torralba, y se compone por un eremitorio, una pequeña covacha que sirvió de vivienda al eremita. También se han encontrado media docena de sepulturas.